El lenguaje
no es una creación arbitraria de la mente humana, sino un producto social
e histórico que influye en nuestra percepción de la realidad.
Al
transmitir socialmente al ser humano las experiencias acumuladas de
generaciones anteriores, nuestro pensamiento determina la visión
del mundo, que cada persona construye.
En la mayoría de casos, nuestras
expresiones ponen en evidencia la concepción de un mundo donde las otras
personas son percibidas siempre desde
la diferencia.
Los estereotipos no son más que
estados de opinión que crean categorizaciones y que divide a las personas por
grupos. Todo ello, aplicando acciones basadas en un triple planteamiento
(Tajfel, 1969).
En primer lugar, a través de un juicio
comparativo de rasgos personales. En segundo lugar, a través de una
clasificación en grupos concretos y, por último, de una simplificación de la
“realidad” con una tendencia a exagerar las diferencias entre grupos considerados
“distintos” y a minimizarlas dentro de grupos que se consideran “iguales”
(García & Leva, 2008, p. 21).
Los estereotipos sexistas o de género son “el
resultado de los procesos de categorización, donde se identifican dos
grupos sociales, de hombres y mujeres, con una atribución estereotipada
de sus características” (García & Leva, 2008, p.21).
El sexismo suele atribuir actitudes sociales más
reconocidas y, por tanto, positivas a hombres. Como contraposición,
consideran a las mujeres de forma inferior o ante acciones que no tienen
un reconocimiento social siendo estereotipadas de forma desfavorable
sin ser consideradas sujetas autónomas ni ciudadanas en igualdad de
condiciones.
A grandes rasgos, podemos decir que el imaginario que el lenguaje potencia sobre las mujeres poco tiene que ver con su valía personal
ni con todos aquellos campos que tienen, a posteriori, un
reconocimiento real sobre las personas y sobre su aportación al
conocimiento o al progreso; por ejemplo, quedan totalmente
invisibilizadas en todo lo relativo a la ciencia o lo estrictamente
profesional.
Los prejuicios sexistas que el lenguaje
transmite sobre las mujeres, son el reflejo
del papel social atribuido a éstas durante generaciones.
A pesar de
que el papel de las mujeres en la sociedad ha experimentado desde principios de
nuestro siglo, particularmente en las últimas décadas, profundas transformaciones,
los mensajes que el lenguaje sigue transmitiendo sobre ellas refuerzan su papel tradicional y dan
una imagen de ellas relacionada con el
sexo y no con sus capacidades y aptitudes, intrínsecas a todos los seres
humanos.
El lenguaje sexista se refiere entonces a la discriminación de personas, que se manifiesta en el lenguaje, de un sexo por considerarlo inferior al otro.
Ésto se da en dos sentidos: por un lado,
en lo que concierne a la identidad sexual
de quien habla y por otro en lo que se refiere al tratamiento
discriminatorio que sufren las mujeres en el discurso ya sea por el
término utilizado o por la manera de construir la frase.
Lenguaje sexista hace referencia al lenguaje de rasgos con prejuicios culturales de género, esto es, derivados del machismo,de la misoginia, de la misandria, o de un real o aparente desprecio a los valores femeninos o masculinos.
En idiomas como el español el género gramatical
tiene por forma no marcada el masculino de los sustantivos y adjetivos,
de forma que pasa a ser el género masculino el inclusivo o incluyente
frente al femenino marcado, que pasa a ser el género exclusivo o
excluyente: "Los alumnos de esta clase" incluye a hombres y mujeres,
pero "las alumnas de esta clase" excluye a los varones.
Por otra parte el femenino suele tener connotaciones semánticas despectivas en español (oposición zorro / zorra; hombre público / mujer pública; ser un gallo / ser una gallina) o de cosificación y pasividad (impresor / impresora).
Estas diferencias se perciben también a nivel léxico
(algo es "cojonudo" si es bueno, un "coñazo" si es malo, o en algunos
países de Latinoamérica guevón, sinónimo de torpeza y cuquito, sinónimo
de tierno) y existe tendencia a identificar lo masculino con
manifestaciones de voluntad o de violencia.
Si los hombres ocupan una posición de autoridad, se les nombra con el
apellido, pero a las mujeres se prefiere tratarlas con el nombre de
pila.
El sexismo en la denominación de títulos oficiales, profesiones,
cargos u oficios, se puede corregir a través de diversos procesos de Feminización.
Uno de estos procesos es el legislativo. A título de ejemplo, en España
se dictó la Orden Ministerial de 22 de marzo de 1995, por la que se
adecua la denominación de títulos académicos oficiales a la condición
femenina o masculina de quienes los obtengan.
Tradicionalmente el lenguaje ha reflejado como un espejo los prejuicios cognitivos de la cosmovisión
asumida por una sociedad, ayudando a instaurarlos y perpetuarlos. Lo
más corriente entre las culturas hispánicas es la minusvaloración de la
mujer.
Por esto "el lenguaje incluyente es sencillamente una herramienta de reparación histórica" lo expresa Florence Thomas, psicóloga colombiana.
Por esto "el lenguaje incluyente es sencillamente una herramienta de reparación histórica" lo expresa Florence Thomas, psicóloga colombiana.
Evidentemente, los pasos dados hacia delante en este
sentido han hecho que, de alguna forma, la situación con respecto a
estos estereotipos gracias a numerosos esfuerzos y campañas internacionales se haya
visto modificada en muchos países desde hace más de 20 años se reflexiona sobre este tema, buscando el respeto y exigibilidad de los derechos de las mujeres y la equidad de género, sin embargo en paises latinoamericanos como Colombia apenas se dan los primeros pasos de forma tímida y calculadora, ya que por presiones económicas y políticas mundiales, puede ser castigado pues ha firmado como pais miembro los tratados y convenios internacionales sin hacerlos cumplir, reflejando en estadísticas que Colombia se encuentra entre los primeros 10 paises a nivel mundial, con el mayor número de asesinatos contra mujeres.
No obstante, todavía queda mucho camino por recorrer.
Diariamente, usamos numerosos estereotipos sexistas.
El Observatorio de la imagen de las mujeres define varias pautas para identificar cuándo estamos siendo sexistas.
Aquí destacaremos algunas y otras que debemos tener presente:
- Frivolizar o justificar la violencia contras las mujeres.
- Situarlas en lugares de subordinación, como menores de edad o como personas con menos capacidades.
- Hacer un tratamiento vejatorio sobre las actividades profesionales de las mujeres o nombrarlas siempre con relación a la maternidad, sus papeles como esposas, etc. Al contrario (en lo referente a los hombres), su paternidad o su papel como esposos nunca salen a la luz.
- Utilizar la imagen de las mujeres o los discursos en torno a ellas reduciendo su presencia a un objeto sexual o a su cuerpo siempre bajo los deseos y mandatos masculinos.
- Promocionar un modelo de belleza femenino basado en la eterna juventud sin reconocer las otras edades de las mujeres. Hacer entender que las mujeres mayores ya no sirven mientras que los hombres ganan atractivo con los años. Detrás de estas ideas, existen estereotipos totalmente discriminatorios que limitan la calidad de vida de las mujeres cuando llegan a determinadas edades.
El
año 2015 es el término en el tiempo donde paises como Colombia deben
cumplir los objetivos del milenio y entre ellos el logro del
empoderamiento de la mujer y la equidad de género.
Por eso el Gobierno nacional, ha elaborado los lineamientos de la Política Pública nacional de equidad de género para las mujeres, en septiembre de 2012, la ley 1542 del 5 de julio de 2012, los decretos reglamentarios en el 2011 y otras muchas normas, lo importante es implementarlas, territoriarizarlas en lo local y regional, para garantizar su cumplimiento.
Por eso el Gobierno nacional, ha elaborado los lineamientos de la Política Pública nacional de equidad de género para las mujeres, en septiembre de 2012, la ley 1542 del 5 de julio de 2012, los decretos reglamentarios en el 2011 y otras muchas normas, lo importante es implementarlas, territoriarizarlas en lo local y regional, para garantizar su cumplimiento.